Cuando la redacción de Puntal Villa María era también una escuela del oficio algunos periodistas aprendieron la obligación de informar a los lectores aquello que de otro modo no podrían saber. Aunque para cumplir sacrifiquen algunas amistades, algunas fuentes o algunas pautas publicitarias.
El escorpión Ferreras caminó aquella redacción y ahora un dinosaurio torturador está más complicado ante la justicia.
Otros, que llegaron un poco más tarde enviados por el Comité, ven un par de uniformes y se forman como lagartos en el Liceo.
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